No quiero que me inviten a eventos de un fin de semana donde se pretende solucionar los problemas del milenio.
Ya no tengo tiempo para reuniones interminables donde se discuten estatutos, normas, procedimientos y reglamentos internos.
Ya no tengo tiempo para soportar melindres de personas que, a pesar de su edad cronológica, son unos inmaduros.
No quiero ver las agujas del reloj avanzando en reuniones de “confrontación”, donde “tiramos todos los hechos sobre la mesa”.
Detesto ser testigo de los defectos que genera la lucha por el majestuoso cargo de “ secretario general”.
Recuerdo ahora de Mário de Andrade, que afirmó: “las personas no discuten contenidos, apenas los títulos”.
Mi tiempo es escaso como para discutir títulos; quiero la esencia, mi alma tiene prisa…
Sin muchos dátiles en la caja, quiero vivir al lado de gente humana, muy humana; que sepa reír de sus errores, que no se envanezca con sus triunfos, que no se considere electa antes de hora, que no huya de sus responsabilidades, que defienda la dignidad de los marginados y que desee tan sólo andar al lado de Dios.
Caminar junto a cosas y personas de verdad, disfrutar de un afecto absolutamente sin fraudes, nunca será pérdida de tiempo. Lo esencial es lo que hace que la vida valga la pena.
Nada en este mundo tiene sentido si no tocamos el corazón de las personas. Si la gente crece con los golpes duros de la vida, también puede crecer con los toques suaves en el alma.
Autor Desconocido
1 comentario:
Muy bueno el texto, a mi edad te empieza a pasar eso jaja me siento como HOmero en el capitulo que descubre que le quedan 3 años de vida jaja
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