dame un abrazo, necesito un abrazo

Ellos caminaban en silencio por el asfalto. Él, con ojotas puestas, ella descalza.
-¿No te duelen los pies? -preguntó él.
-Sí -respondió ella, encogiendo los hombros.
-Tenés las ojotas en la mano, mejor ponételas..
-Mirá, no me importa lastimarme los pies, nadie se va a morir.
-¿Te pensás que no noto lo que estás haciendo?
-¿Que estoy haciendo?
-Tenés frío y no te abrigas. Tenés calor y no te importa. Te lastimás y no te curás. ¿No te importa eso?
-No -respondió como si en serio no le importara. Creo que en serio no le importaba.
-¿No te importa tu vida?
-No seas estúpido, sí me importa mi vida, pero no me voy a morir de un resfrío o de un poquito de sangre menos.
-Pero, si hacés esto ahora, ¡quién sabe qué vas a hacer después!
-Nada. No voy a hacer nada.
-¡Pero...!
-¡Que no me va a pasar nada!
-¿Cómo sabes?! Eh?!
-¡Que no podés...! ¡Simplemente..! -y se cayó repentinamente.
-¿Que si no puedo qué? -ella, que había mirado el piso todo este tiempo, lo miró. Y sus ojos se llenaron de lágrimas, se desbordaron, y se tornaron rojos.
-¿No podés simplemente darme un abrazo y ya? Dame un abrazo. Necesito un abrazo.